Su cielo insondable, sus costas inmensas, sus olas que rompen y luego desploman, sus vientos que vibran y música toman, guardan en su seno sensasiones tensas.
Al rozar sus cuerpos, al gustar su aliento y al guardar a aquellos con celo en el alma, actúan cual dique que trae la calma, mitigando todo nuestro sufrimiento. Sus gotas de lluvia les siembran colores y el sol de la tarde traspasa sus brumas ¡mientras almas criollas protegen sus flores!
Carecen de su hado que pone armonía, el blanco y celeste, por eso esas almas anhelan y esperan librarlas un día.
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