El mío es el último cuerpo de mujer
educado con vestidos.
Pasados veinte años
algunos niños llegaron a mi puerta,
otros escaparon
y el vértice del triángulo que dio a luz
trajo danza y caricias al resto de mi vida
y le enseñó a mis manos tendidas a ofrecerse
a volverse piedad
como virgen María otorgando el amparo.
El último cuerpo de mujer
en mi familia
que manchó un vestido
es el mío
después vinieron los tampones.
LAURA! QUÉ BUENO, VER QUE HAS DADO A CONOCER YA TU OBRA..... ME ENCANTÓ ESTE POEMA....FELICITACIONES. ADELA
ResponderEliminarGracias por abrazarme con su comentario. Es difícil calibrar las palabras para no pasarse de vueltas, una se expone voluntariamente a ser condenada, sin derecho a defensa.ABRAZOS. soylaurao@gmail.com
ResponderEliminar