Noche afincada, sombría
frente a la puerta
un hombre
rebusca en el bolsillo la llave.
Perforando la cerradura
traspasa el umbral
delante
el largo y penumbroso pasillo
lo arroja a la sala.
En el mismo deslucido sillón
en la exacta posición de cada crepúsculo
el espectro lo saluda.
Inerte la mirada
la savia ausente
dice presente en el exánime cuerpo
solo
un rictus imperceptible
imita una sonrisa...
bienvenido a casa.
Myrian
Excelente!!!!!!!!!!!!!!Me recordó al libro de "Canción de Navidad" de Gabriel García Marquez!!!!!muy, muy buena!!!!!!!!Besos al alma, Myrian!
ResponderEliminar¡Qué maravilla, Myrian! Lograste transportarme hasta allí para ver, con mis propios ojos, ese recibimiento. Triste soledad...
ResponderEliminarFelicitaciones un un beso grande!!!!
Has sabido sacar belleza de la monotonía, de la rutina, de la llegada diaria a casa.
ResponderEliminarMuy bueno. Un saludo