
Siendo una de las últimas en fundarse, Córdoba abrió la primera universidad sin descuidar el levantar molinos y fábricas, donar conventos, cultivar la mala vida, dar a luz al primer poeta y propiciar que nuestros paisanos no tuvieran que depender de los terratenientes para vivir. Por aquella desobediencia y aquella injusticia, porque tuvimos que luchar contra políticas nacionales que no siempre veían con tranquilidad que creciéramos, los cordobeses resultamos rebeldes, impacientes, con una gran capacidad de trabajo y

Tenemos a Dios y al diablo en el cuerpo: somos clericales y ateos, populistas, clasistas, conservadores y reformistas, y generalmente marchamos a contrapelo del país.
Eso sí, nunca llegamos en silencio; más de una vez nuestras explosiones, para bien o para mal, han cambiado el curso de la historia.
Esto hace que a veces - no siempre de la mejor manera -, nos mostremos superiores por el solo hecho de ser cordobeses, aunque tenemos a nuestro favor que distinguimos el orgullo de la soberbia, siendo que el primero puede ser virtud, y la segunda siempre es defecto.
Pero si algo nos redime, es el humor. A veces socarrón, otras veces irónico, de vez e

que parpadea en el médico más serio, en el chico de la calle, en las vecinas primorosas y en los paisanos de a caballo, en moto o en bicicleta.
Como ya dije, no es fácil ser cordobés, pero el humor ayuda.
Cristina Bajo:
Escritora. Nació en la ciudad de Córdoba.
Publicó, entre otras, ' Como vivido cien veces' (novela histórica).
En 1998 fue elegida ' La Mujer del Año' por la legislatura cordobesa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario