Invoca la entraña desierta,
la misma que un día
durante nueve lunas
habitada estuvo.
Convertida en cuna,
pecera de agua cálida
meciéndolo lenta y suavemente.
Danzaba al ritmo
de mozartianas melodías
que insolentes incitábalo
a el abrigo abandonar.
Las paredes indecisas
debatíanse entre
retener o liberar
a la tierna pequeñez.
Atizada por la certeza
se revelaba a la realidad,
el natural desenlace
su interior vacío dejaría.
Regaló brazadas al nadador
inventó brisas, agitó olas,
acercó a la playa,
depositó en la arena
pudo más la entrega.
Los calendarios fenecieron
el nadador convertido en ave
desplegó alas, alzó vuelo
en el interior aún
clama la entraña.
Myrian
1 comentario:
Mil imágenes encadenadas. Toda la evolución de la especie hasta el milagro
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