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lunes, 14 de marzo de 2011

JUANA GABRIELA MORO

Juana Moro nació el 26 de mayo de 1785 en San Salvador de Jujuy, fue una patriota argentina que lideró en Salta (Argentina) (junto con María Loreto Sánchez Peón de Frías) la organización de mujeres que efectuó eficaces tareas de espionaje y sabotaje contra las fuerzas realistas que ocupaban su ciudad durante la Guerra de Independencia de la Argentina.
Juana casó en octubre de 1802 con el coronel Jerónimo López, estableciéndose en la ciudad de Salta. Al iniciarse la guerra de la independencia adhirió fervientemente a la causa patriota.
Ocupada su ciudad por las fuerzas realistas, en 1813 ante el avance de los ejércitos patriotas al mando de Manuel Belgrano, y en concurso con otras damas salteñas intentó conquistar para la causa patriota a algunos oficiales realistas.
Batalla de Salta
En los prolegómenos de la batalla de Salta Juana consiguió que Juan José Feliciano Alejo Fernández Campero, marqués de Yavi, y varios de sus compañeros se comprometieran a abandonar las filas realistas el día de la batalla y a regresar a Perú y trabajar por la causa de la emancipación.
El 20 de febrero de 1813, durante la batalla de Salta, el marqués comandaba un ala del ejército de Pío Tristán y cumpliendo su compromiso decidió retirarse sin atacar huyendo por las lomas de Medeiros.
Tras vencer en Vilcapugio y Ayohuma el general realista Joaquín de la Pezuela ocupó la ciudad de Salta. Juana y María Loreto Sánchez Peón constituyeron una eficaz red de espionaje a la que contribuyeron mujeres de todos los rangos sociales, entre las cuales se encontraban Gertrudis Medeiros, Celedonia Pacheco y Melo, Magdalena Güemes, Juana Torino, María Petrona Arias, Martina Silva de Gurruchaga y Andrea Zenarrusa.
Juana, humildemente vestida, se trasladaba a caballo espiando recursos y movimientos del enemigo. Sólo en una oportunidad fue apresada y obligada a cargar pesadas cadenas que no consiguieron que confesara o delatara a sus compañeros.
El enemigo la castiga con la muerte para lo cual ordenó encerrarla en su casa y tapiar las aberturas. Su vecina, aunque realista, se compadeció y efectuó un boquete en la pared y le proveyó agua y alimentos hasta que los realistas fueron expulsados, salvándola de morir de inanición. Desde ese momento le quedó el mote de la emparedada.
Durante las siguientes invasiones, Juana Moro continuó actuando en apoyo de la Guerra gaucha pudiendo jactarse después de la guerra de la habilidad que supo emplear y de no haber sido jamás descubierta. Al igual que su amiga Loreto Sánchez Peón, disfrazada de gaucho o de viajera pasaba a caballo desde Salta a Oran o a Jujuy, ciudad ocupada por los españoles, llevando partes y trayendo noticias.
Años después de finalizada la guerra y consolidada la independencia Argentina continuaría desempeñando un papel destacado en la sociedad salteña. Así, integró el grupo de damas salteñas que se dirigió al gobierno "lamentando la postergación a que se relega al sexo femenino al no permitírseles jurar la Constitución Nacional".
Tuvo al menos una hija, Serafina López Moro, y dos hijos, Ramón López Moro y el doctor Bernabé López.
Juana Moro murió en 1874.

En su honor Giménez y Canqui Chazarreta escribieron la zamba La Juana Moro, que dice en dos de sus estrofas:

Cuando fue sometida
la tierra gaucha
llevaba los mensajes
al paisanaje en batalla.
Llegando al río Arias
desde Quebrada del Toro
con un parte guerrero
la sorprendieron los godos
pero guardó el secreto
a los nuestros, la Juana Moro.
Fue mujer y fue leona
entre todas, la Juana Moro.

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