
En el Telégrafo colaboraron destacadas figuras de la época. El jurista, periodista y poeta porteño Domingo de Azcuénaga, colaboró con algunos escritos. Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Pedro Cerviño, Luis José de Chorroarín y muchos otros, encontraron lugar en el periódico para difundir sus ideas y creaciones.
Desde las páginas de El Telégrafo Mercantil se expandió en Buenos Aires el uso del adjetivo "argentino" para referirse a todo lo relacionado con el Río de la Plata o la ciudad de Buenos Aires, de modo que el periódico es considerado uno de los impulsores del nombre Argentina.
Sus páginas fueron escuela y tribuna, un espacio de expresión para los jóvenes ilustrados de la época, pero también daban lugar a la poesía, las notas de color, la información general y la que importaba al comercio de los territorios del virreinato. Debido a problemas de orden económico, y a raíz de varios desentendidos con las autoridades coloniales, que veían con malos ojos las tímidas críticas deslizadas en sus páginas y el estilo desenfadado de las sátiras y críticas de costumbres, el periódico dejó de aparecer en octubre de 1802, habiéndose publicado hasta entonces 110 entregas regulares, muchos suplementos y números extraordinarios.
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