A los 60 años, Ricardo Trejo obtuvo su título de la Universidad Nacional de Córdoba. Atrás quedaron los tiempos en que limpiaba sitios, arreglaba jardines y trabajaba de sereno. El lunes comenzará a trabajar en el Hospital de Malagueño.
Ricardo Trejo (60) tuvo una vida difícil y dura. Vivió durante gran parte de su vida en una villa miseria de la ciudad de Córdoba y trabajó de changas.
Lejos de rendirse, Ricardo intentó superarse cada día. Hace algunos años logró mudarse a una vivienda algo más cómoda, pero en un sector humilde: Villa Quisquizacate. Luego se puso otra meta: ser médico.
Desde su casa le contó a Cadena 3 cómo fue estudiar con escasos recursos.
“A veces me iba a la facultad (NdR: Hospital de Clínicas) en bicicleta. Para mi lo fundamental era estudiar, y las changas las hacía los fines de semana”, relató.
Trejo cuidaba casas, arreglaba jardines y fue fletero, hasta que por la crisis de 2001 debió vender el viejo Rastrojero que había comprado con años de ahorro.
Las cosas se pusieron difíciles y no tenía ni para comer. Por eso almorzaba en un comedor popular de la zona noroeste de la capital mediterránea.
En el 2003 retomó los estudios y se recibió el año pasado. El lunes comenzará a trabajar en como médico residente Hospital de Malagueño.
Pero Ricardo tiene otro objetivo: especializarse en en infectología.
A eso dedica sus días. Las changas quedaron atrás para el doctor Trejo.
Fuente: Cadena 3 (Gonzalo Carrasquera) (19-03-2010)
3 comentarios:
Es tan grande lo que puede lograr el proponerse un meta y no anadonar la senda, querer progresar,salir de la marginación, educarse y ayudar a los demás...Cuántas personas lo deberían tomar como ejemplo, felicitaciones señor Dr.
Recién lo acabo de ver en el diario La Voz, y el tamaño del artículo no debe pasar los cinco centímetros, pero sí son grandes los que hablan de muertes y de la mierda del mundo. También es necesario y muy importante resaltar este tipo de noticias.
Estas son las cosas que prefiero destacar, la que nos dan la esperanza y dejan vislumbrar una luz entre tanto amarillismo, y notas chabacanas que no contribuyen más que a degradar al ser humano; éstos seres humanos honran la vida, inyectan ganas y dicen SE PUEDE! a pesar de todo.
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