El primer intento de fabricar automóviles en serie en Argentina correspondió al proyecto de un joven Ingeniero llamado Horacio Anasagasti.
Horacio Anasagasti, hijo de una acaudalada familia de origen vasco, nació el 18 de julio de 1879 en Buenos Aires. Tuvo relación en su infancia con los primeros automóviles llegados al país, en 1887: un triciclo francés De Dion Bouton, un Daimler monocilíndrico, un Holsman americano y un locomóvil propulsado por vapor, todos ellos destinados a la aristocracia argentina. En esa época, el país vislumbraba un futuro venturoso acentuado por la llegada de inmigrantes. Estudió en un colegio nacional del cual regresó como bachiller. Luego siguió ingeniería en
En 1907, como premio por ganar un concurso, viajó a Milán (Italia) para realizar un curso de seis meses en la fábrica italiana Isotta Fraschini. Regresó de Europa con, además de un bagage de conocimientos decisivo para su futuro, un automóvil de esa marca. Era un 4 cilindros con 45 hp y carrocería sport de dos asientos tipo bacquet, con el que más tarde participó en varias carreras.
En 1908, junto a Ricardo Travers y José Gálvez, formó una sociedad representante de Isotta Fraschini, Gobron-Brillie y Gregoire.
Además de automóviles,
En junio de ese año, Anasagasti escribió para la revista mensual “
Paralelamente, entre 1909 y 1910, desempeñó funciones como vicepresidente primero de
Sin embargo, el plan de Anasagasti era la fabricación de automóviles en serie y en 1909 decide abandonar a sus socios y emprender la tarea de constructor.
El 30 de diciembre de 1909 creó “Horacio Anasagasti y Compañía Ingenieros Mecánicos” como taller mecánico de precisión, y en
El plan era producir a partir de componentes importados, especialmente de Italia y Francia y paulatinamente reemplazarlos en la medida de lo posible por componentes argentinos.
Desde sus comienzos, Anasagasti dotó a su establecimiento de un importante plantel de maquinas impulsadas por un gran motor eléctrico de corriente continúa que movía una transmisión aérea, la cual a través de correas de cuero, movilizaba las máquinas correspondientes. Para el carrozado de los vehículos, el taller incluía también una sección destinada a los trabajos de carpintería, chapa y pintura.
El personal de fábrica eran 20 personas, la mayoría eran inmigrantes europeos con algún tipo de especialización, entre ellos españoles, franceses e italianos. El trato de Anasagasti era ejemplar y daba las instrucciones a los operarios en sus respectivos idiomas ya que dominaba a la perfección el inglés, el francés y el italiano.
En 1910, en
Más tarde, también en 1910, viajó a Francia para hacer negocios con los hermanos Ernest y Edouard Ballot. Ballot et Cie., fundada ese año, se dedicaba a la fabricación de motores para pequeños productores de automóviles particulares y taxis. Anasagasti les comentó su intención de fabricar automóviles en Argentina y éstos, entusiasmados con la idea, le entregaron varios motores de 12 y 15 hp y los moldes de madera para fundir las piezas. Meses más tarde, operarios especializados (en su mayoría procedentes de Europa) lo ayudaron a producir localmente bloques de motor, cárteres, cigüeñales, cajas de velocidades, diferenciales, suspensiones y carrocerías.
En 1911 ya se fabricaban en el país cilindros, puntas de eje y cardanes. En su taller se mejoró la lubricación del motor de los hermanos Ballot introduciéndole un sistema de lubricación forzada al cigüeñal. Además, se fabricaron bielas, cajas de velocidades, elásticos, palieres y mecanismos de dirección.
En julio de ese año Anasagasti terminó el primer prototipo que fue ensamblado con piezas importadas y con carrocería nacional. Tenía el motor francés Ballot de 12 hp. y cuatro cilindros en línea refrigerados por agua por termosifón, con
La presentación oficial del automóvil se produjo en la carrera Rosario-Córdoba-Rosario, el 17 de septiembre. Anasagasti se inscribió con el pseudónimo Samurai. A pesar de los problemas mecánicos, terminó al frente de la clasificación general.
En enero de
Anasagasti se propuso demostrar que sus automóviles eran tan fiables como los importados. Para ello viajó a Europa donde participó en varias competiciones para automóviles de turismo. La prueba más exigente fue la del “Tour de France” con unos
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