lunes, 14 de septiembre de 2009
Como surgió la palabra?
BONDI
La manera porteña de decir que uno va a subir a un colectivo, es "me tomo un bondi", esta palabra es una derivación brasileña de "bond" (boleto, en inglés), palabra que estaba impresa en los pasajes de los tranvías que las compañías británicas habían instalado en San Pablo.
Como en portugués a las palabras terminadas en consonante se les suele agregar una vocal, "bond" se convirtió en "bondi". Más tarde, los porteños la adoptaron para designar al colectivo.
NO QUIERE MÁS LOLA
En cambio, "no quiere más Lola" es "made in Argentina". Lola era el nombre de una galleta sin aditivos que a principios del siglo XX integraba la dieta de hospital. Por eso, cuando alguien moría, se decía: "Este no quiere más Lola". Y, desde entonces, se aplica a quien no quiere seguir intentando.
HASTA QUE LAS VELAS NO ARDAN
"Hasta que las velas no ardan" se originó en los prostíbulos, en épocas en que no existía la luz eléctrica y los relojes eran objetos de lujo. La madama le entregaba al cliente una o varias velas, según lo pagado. Cuando se consumían, el turno había concluído, esto es, había sexo "hasta que las velas no ardan".
La manera porteña de decir que uno va a subir a un colectivo, es "me tomo un bondi", esta palabra es una derivación brasileña de "bond" (boleto, en inglés), palabra que estaba impresa en los pasajes de los tranvías que las compañías británicas habían instalado en San Pablo.
Como en portugués a las palabras terminadas en consonante se les suele agregar una vocal, "bond" se convirtió en "bondi". Más tarde, los porteños la adoptaron para designar al colectivo.
NO QUIERE MÁS LOLA
En cambio, "no quiere más Lola" es "made in Argentina". Lola era el nombre de una galleta sin aditivos que a principios del siglo XX integraba la dieta de hospital. Por eso, cuando alguien moría, se decía: "Este no quiere más Lola". Y, desde entonces, se aplica a quien no quiere seguir intentando.
HASTA QUE LAS VELAS NO ARDAN
"Hasta que las velas no ardan" se originó en los prostíbulos, en épocas en que no existía la luz eléctrica y los relojes eran objetos de lujo. La madama le entregaba al cliente una o varias velas, según lo pagado. Cuando se consumían, el turno había concluído, esto es, había sexo "hasta que las velas no ardan".
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