domingo, 5 de diciembre de 2010
AZUCENA VILLAFLOR
Azucena Villaflor de DeVicenti (Avellaneda, provincia de Buenos Aires, 7 de abril de 1924 – desaparecida,10 de diciembre de 1977) fue una activista social argentina, una de las fundadoras de la asociación de las Madres de Plaza de Mayo, dedicada a buscar a los desaparecidos durante el terrorismo de Estado en Argentina.
Procedía de una familia de clase obrera. Su madre, Emma Nitz, la dio a luz con sólo quince años; su padre, Florentino Villaflor, tenía 21, y trabajaba en una fábrica de lana. Varios miembros de la familia de su padre habían sido militantes peronistas.
A los dieciséis años empezó a trabajar como telefonista en una empresa de electrodomésticos. Allí conoció a Pedro De Vicenti, delegado sindical, con quien se casó en 1949 y con quien tuvo cuatro hijos.
El 30 de noviembre de 1976, ocho meses después del comienzo de la dictadura militar que se llamó eufemísticamente "Proceso de Reorganización Nacional", uno de los hijos de Azucena Villaflor, Néstor, y la novia de éste, Raquel Mangin, fueron secuestrados. Villaflor inició su búsqueda, dirigiéndose al Ministerio de Interior, e intentando recabar la ayuda del vicario militar Adolfo Tortolo (aunque sólo consiguió hablar con su secretario, Emilio Grasselli). Durante estas gestiones, conoció a otras mujeres que estaban buscando también a parientes desaparecidos.
Tras seis meses de infructuosas pesquisas, Villaflor, junto a otras personas en su misma situación -que se fueron conociendo en la búsqueda de sus familiares- decidieron iniciar una serie de manifestaciones para dar publicidad a su caso. El 30 de abril de 1977 ella y otras trece madres se manifestaron en la Plaza de Mayo, en el centro de Buenos Aires, enfrente de la sede del gobierno, la Casa Rosada. Ante la orden policial de no detenerse ni "agruparse", sino "circular", decidieron caminar alrededor de la plaza. La primera marcha tuvo lugar un sábado, y apenas tuvo repercusión; la segunda fue un viernes y desde entonces se convirtió en costumbre realizarla todos los jueves, en torno a las tres y media de la tarde.
Ese mismo año, el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, las Madres publicaron un anuncio en el periódico con los nombres de sus hijos desaparecidos. Aquella noche, Azucena Villaflor fue secuestrada por un grupo armado en su casa en Villa Dominico, en Avellaneda, Buenos Aires. Según testimonios, fue recluida en el campo de concentración de la Escuela de Mecánica de la Armada, ESMA, donde actuó, entre otros represores, Alfredo Astiz.
El 20 de diciembre de 1977 comenzaron a aparecer cadáveres provenientes del mar en las playas de la provincia de Buenos Aires a la altura de los balnearios de Santa Teresita y Mar del Tuyú. Los médicos policiales que examinaron los cuerpos en esa oportunidad registraron que la causa de la muerte había sido "el choque contra objetos duros desde gran altura", como indicaban el tipo de fracturas óseas constatadas, sucedidas antes de la muerte.Sin realizar más averiguaciones las autoridades locales dispusieron de inmediato que los cuerpos fueran enterrados como NN en el cementerio de la cercana ciudad de General Lavalle.
En 1984 en el marco de la investigación de la CONADEP y del Juicio a las Juntas se habían realizado excavaciones en el cementerio de General Lavalle, encontrándose una gran cantidad de restos óseos provenientes de los cadáveres hallados en las playas de San Bernardo y Lucila del Mar. Estos restos fueron utilizados en el juicio a las Juntas y guardados luego en 16 bolsas.
A partir de entonces el juez Horacio Cattani empezó a acumular causas sobre desaparecidos. A pesar de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, que paralizaron las investigaciones, Cattani logró armar en 1995 un archivo de 40 metros cuadrados donde alojar todas esas pruebas.
En 2003 el intendente de General Lavalle informó que se habían localizado nuevas tumbas de NN en el cementerio de la ciudad. El juez Cattani ordenó entonces realizar nuevas excavaciones con el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), descubriéndose dos lineas de tumbas, una por encima de la otra. Se descubrieron así 8 esqueletos, 5 correspondientes a mujeres, 2 correspondientes a varones y uno, clasificado como GL-17, que se definió como "probablemente masculino".
Cattani mandó los huesos al laboratorio de Inmunogenética y Diagnóstico Molecular (LIDMO) de Córdoba, perteneciente al EAAF. Los resultados del laboratorio fueron determinando que los restos pertenecían al grupo de secuestrados entre los días 8 y 10 de diciembre de 1977. El 8 de julio de 2005 el juez Cattani recibió el informe estableciendo que uno de los restos individualizados pertenecían a Azucena Villaflor.
Los restos de Villaflor fueron incinerados, y sus cenizas enterradas a los pies de la Pirámide de Mayo, en el centro de la Plaza de Mayo, el 8 de diciembre de 2005, al término de la vigésimo quinta marcha de resistencia de las Madres. Sus hijos supervivientes escogieron el lugar.
En 1997, el historiador Enrique Arrosagaray publicó una biografía de Azucena Villaflor, titulada Los Villaflor de Avellaneda.
Procedía de una familia de clase obrera. Su madre, Emma Nitz, la dio a luz con sólo quince años; su padre, Florentino Villaflor, tenía 21, y trabajaba en una fábrica de lana. Varios miembros de la familia de su padre habían sido militantes peronistas.
A los dieciséis años empezó a trabajar como telefonista en una empresa de electrodomésticos. Allí conoció a Pedro De Vicenti, delegado sindical, con quien se casó en 1949 y con quien tuvo cuatro hijos.
El 30 de noviembre de 1976, ocho meses después del comienzo de la dictadura militar que se llamó eufemísticamente "Proceso de Reorganización Nacional", uno de los hijos de Azucena Villaflor, Néstor, y la novia de éste, Raquel Mangin, fueron secuestrados. Villaflor inició su búsqueda, dirigiéndose al Ministerio de Interior, e intentando recabar la ayuda del vicario militar Adolfo Tortolo (aunque sólo consiguió hablar con su secretario, Emilio Grasselli). Durante estas gestiones, conoció a otras mujeres que estaban buscando también a parientes desaparecidos.
Tras seis meses de infructuosas pesquisas, Villaflor, junto a otras personas en su misma situación -que se fueron conociendo en la búsqueda de sus familiares- decidieron iniciar una serie de manifestaciones para dar publicidad a su caso. El 30 de abril de 1977 ella y otras trece madres se manifestaron en la Plaza de Mayo, en el centro de Buenos Aires, enfrente de la sede del gobierno, la Casa Rosada. Ante la orden policial de no detenerse ni "agruparse", sino "circular", decidieron caminar alrededor de la plaza. La primera marcha tuvo lugar un sábado, y apenas tuvo repercusión; la segunda fue un viernes y desde entonces se convirtió en costumbre realizarla todos los jueves, en torno a las tres y media de la tarde.
Ese mismo año, el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, las Madres publicaron un anuncio en el periódico con los nombres de sus hijos desaparecidos. Aquella noche, Azucena Villaflor fue secuestrada por un grupo armado en su casa en Villa Dominico, en Avellaneda, Buenos Aires. Según testimonios, fue recluida en el campo de concentración de la Escuela de Mecánica de la Armada, ESMA, donde actuó, entre otros represores, Alfredo Astiz.
El 20 de diciembre de 1977 comenzaron a aparecer cadáveres provenientes del mar en las playas de la provincia de Buenos Aires a la altura de los balnearios de Santa Teresita y Mar del Tuyú. Los médicos policiales que examinaron los cuerpos en esa oportunidad registraron que la causa de la muerte había sido "el choque contra objetos duros desde gran altura", como indicaban el tipo de fracturas óseas constatadas, sucedidas antes de la muerte.Sin realizar más averiguaciones las autoridades locales dispusieron de inmediato que los cuerpos fueran enterrados como NN en el cementerio de la cercana ciudad de General Lavalle.
En 1984 en el marco de la investigación de la CONADEP y del Juicio a las Juntas se habían realizado excavaciones en el cementerio de General Lavalle, encontrándose una gran cantidad de restos óseos provenientes de los cadáveres hallados en las playas de San Bernardo y Lucila del Mar. Estos restos fueron utilizados en el juicio a las Juntas y guardados luego en 16 bolsas.
A partir de entonces el juez Horacio Cattani empezó a acumular causas sobre desaparecidos. A pesar de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, que paralizaron las investigaciones, Cattani logró armar en 1995 un archivo de 40 metros cuadrados donde alojar todas esas pruebas.
En 2003 el intendente de General Lavalle informó que se habían localizado nuevas tumbas de NN en el cementerio de la ciudad. El juez Cattani ordenó entonces realizar nuevas excavaciones con el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), descubriéndose dos lineas de tumbas, una por encima de la otra. Se descubrieron así 8 esqueletos, 5 correspondientes a mujeres, 2 correspondientes a varones y uno, clasificado como GL-17, que se definió como "probablemente masculino".
Cattani mandó los huesos al laboratorio de Inmunogenética y Diagnóstico Molecular (LIDMO) de Córdoba, perteneciente al EAAF. Los resultados del laboratorio fueron determinando que los restos pertenecían al grupo de secuestrados entre los días 8 y 10 de diciembre de 1977. El 8 de julio de 2005 el juez Cattani recibió el informe estableciendo que uno de los restos individualizados pertenecían a Azucena Villaflor.
Los restos de Villaflor fueron incinerados, y sus cenizas enterradas a los pies de la Pirámide de Mayo, en el centro de la Plaza de Mayo, el 8 de diciembre de 2005, al término de la vigésimo quinta marcha de resistencia de las Madres. Sus hijos supervivientes escogieron el lugar.
En 1997, el historiador Enrique Arrosagaray publicó una biografía de Azucena Villaflor, titulada Los Villaflor de Avellaneda.
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2 comentarios:
Hasta hace poco lo único que sabía de la dictadura era que era una guerra, que todos eran malos. Cada vez que en mi casa preguntaba algo la respuesta era "en algo estaban metidos", "algo habrán hecho" o "los hijos de las madres de plaza de mayo eran asesinos" pero había algo en esas respuestas que no me conformaba. No hace ni un año empiezo a informarme, a buscar respuestas en otros lados y hace un par de días, cuando leo sobre las sentencias a los militares involucrados en el genocidio me pongo a llorar. Ese mismo día mi novio me confiesa que es el nieto de esta mujer y empiezo a entender que por alguna razón la duda siempre vivió en mi.
Saludos
pd: hay un error en el apellido... el nombre real es Azucena Villaflor de DeVincenti.
Hola , graciaspor dejar tu comentario tan emotivo y que entraña esa parte de nuestra historia teñida de sangre, muerte y tortura. La condena llegó tarde, pero celebremos que ha llegado. Deseo que junto a tu novio logren escribir una historia donde el dolor no tenga espacio y el olvido no esté presente.
Donde quiera que esté Azucena sentirá que se ha hecho justicia.
Un saludo afectuoso.
(PD: la equivocación en el apellido fue un error de tipeo que ya ha sido corregido.)
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