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martes, 19 de julio de 2011

VICTORIA ROMERO DE PEÑALOZA

Según la tradición, era mujer de temperamento varonil e independiente, que no vacilaba ante el peligro. Nació en la Costa Alta de La Rioja, donde su figura se había hecho legendaria. En la batalla del Manantial, librada pro el Chacho contra fuerzas federales en 1842, Victoria realizó una hazaña que cimentó su fama. En medio de la lucha, viendo a su marido acorralado, se lanzó en su ayuda y por eso recibió una herida. El capitán Ibáñez la salvó matando al heridor. Sin embargo, no dejó de acompañar a su marido en la paz y en la guerra. En 1863 el Chacho se encontraba en Olta, La Rioja, buscado por fuerzas nacionales que tenían la misión de castigar al caudillo sublevado, y pese a que se había rendido, fue ultimado de un sablazo en presencia de Victoria. Ésta, junto con su hijo adoptivo, fue tomada prisionera y posteriormente liberada. Se ignora la fecha y lugar de su muerte. Esta valerosa mujer fue esposa y compañera de Ángel Vicente Peñaloza, general de la Nación y caudillo de la provincia de La Rioja enfrentado en la década de 1860 al gobierno de Bartolomé Mitre; lo acompañó en todas sus campañas militares. Fue una mujer fuerte. Su figura se había hecho legendaria en los llanos riojanos, donde sus paisanos sentían por ella el mismo cariño y admiración que por el Chacho.
El historiador Eduardo Gutiérrez rememorará que: "La esposa del Chacho venía con frecuencia al campamento y al combate a comparpartir con su marido y sus tropas los peligros y las vicisitudes. Entonces el entusiasmo de aquella buena gente llegaba a su último limite y sólo pensaban en protestar a la Chacha, como la llamaba, su lealtad hasta la muerte".
Escribirá José Hernández que en esa batalla, Peñaloza "Debió su vida al arrojo e intrepidez de su mujer, quien, viendo el peligro en que se hallaba, reúne unos cuantos soldados y poniéndose a su frente se precipita sobre los que atacaban a Peñaloza, con una decisión que habría honrado a cualquier guerrero". En la acción recibió un feroz sablazo desde la frente hasta la boca. La tremenda cicatriz desfiguró el rostro de Victoria, que la disimulaba cubriéndose el rostro con un manto.
Una copla popular así lo recuerda: "Doña Victoria Romero,/si usted quiere que le cuente,/se vino de Tucumán/con una herida en la frente".

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