Aquí estamos, con unos días más de vacaciones y con la casa volviendo a su ritmo habitual. Pasadas las fiestas, los preparativos y apurones de última hora, con la ansiedad de la llegada de los hijos, a los cuales no vemos tanto como quisiéramos y la alegría de saber que los tendremos un tiempo como en las viejas épocas (todos juntitos); la vuelta de los sonidos perdidos, el trajinar constante, la música del momento, los amigos, las risas y complicidades de los hermanos, ponen un marco activo, vital a las horas.
Reacomodándonos para continuar el año como siempre, sin grandes expectativas, pero sí con ésas pequeñas que a lo largo de los días forman una cadena de logros y otros que van quedando, y trataremos de remontarlos más adelante; así es la vida del humano, no creen?
La buena de hoy fue la visita de Gustavo, un primo que hacía tiempo no veía y con el cual compartimos la niñez y adolescencia, el más pequeño de la familia materna, travieso, adorable; hoy todo un hombre, padre de familia, bonachón, humilde, sincero; físicamente el más parecido al abuelo Enrique.
Estuvimos poniéndonos al tanto de los acontecimientos familiares, algunos no gratos como las partidas, los inconvenientes laborales; y otros lindos como las vivencias de los jóvenes, los viajes, los logros personales y familiares.
Después de la tormenta de anoche, hoy el día es radiante de sol y con una brisa fresca, agradable, quizás ésa brisa trajo èste momento esperado hace tiempo.
martes, 12 de enero de 2010
REACOMODÁNDONOS
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