martes, 8 de febrero de 2011
ROSAS MARCHITAS
Ella levantó una, la giraba en su mano
quizá para enseñarme cómo comenzó y acabó
el mundo en su perfecta armonía. Yo estaba aturdida.
¿Cómo pudo levantar tan abatida rosa,
si ni la seda puede jamás mantenerse firme? ¿Y cómo
pudo una niña
tan en el resto de sus gustos convencida de los gustos
de su madre,
saber lo que tuvo que pensar? Está marchita, sonrió.
Amo las rosas cuando sus mejores tiempos ya pasaron.
«Rosas marchitas», las palabras volaban en mi mente,
iban cobrando sentido cuando vi de pronto renovada
esa rosa, la rosa de ahí delante: donde un pétalo
cuelga de su último aliento; donde la carne de mi madre
y la mía, yendo en esa misma dirección, pueden aún
verse tan hermosas, si esas palabras se pronuncian.
Mimi Khalvati. Nacida en la Teherán (Irán) en 1944
POETAS PARA EL SIGLO XXI - Editor: Fernando Sabido Sánchez
quizá para enseñarme cómo comenzó y acabó
el mundo en su perfecta armonía. Yo estaba aturdida.
¿Cómo pudo levantar tan abatida rosa,
si ni la seda puede jamás mantenerse firme? ¿Y cómo
pudo una niña
tan en el resto de sus gustos convencida de los gustos
de su madre,
saber lo que tuvo que pensar? Está marchita, sonrió.
Amo las rosas cuando sus mejores tiempos ya pasaron.
«Rosas marchitas», las palabras volaban en mi mente,
iban cobrando sentido cuando vi de pronto renovada
esa rosa, la rosa de ahí delante: donde un pétalo
cuelga de su último aliento; donde la carne de mi madre
y la mía, yendo en esa misma dirección, pueden aún
verse tan hermosas, si esas palabras se pronuncian.
Mimi Khalvati. Nacida en la Teherán (Irán) en 1944
POETAS PARA EL SIGLO XXI - Editor: Fernando Sabido Sánchez
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