Caras y Caretas fue, es y será la revista de la patria.
Fundada en 1898 por Eustaquio Pellicer y dirigida por José Sixto Alvarez (Fray Mocho), ilustrada por los maestros Manuel Mayol y José María Cao y dibujantes como Hermenegildo Sábat Lleó, donde publicó sus primeros cuentos Horacio Quiroga, acompañó la construcción de la Argentina moderna y dio cuenta de los fenómenos políticos, sociales y culturales que atravesó el país.
Caras y Caretas contó e informó, con talento, profundidad y sensualidad de las pasiones, las razones y trampas que los argentinos de aquellos tiempos y de todos los tiempos desplegaron para ubicarse en el mundo. Dio cuenta de sus maravillas, de sus glorias, de sus miserias y del denodado y no siempre pacífico esfuerzo de inventar la Argentina.
Caras y Caretas nació para hablar de ricos y pobres, de inmigrantes y criollos, de gobiernos conservadores y luego republicanos y luego democráticos. Habló de cómo se conformaba la nación, de cómo todos sus habitantes, ciudadanos y extranjeros, construían su vida, comían, se educaban, amaban, trabajaban y mantenían sus tradiciones, creencias, su cultura de ultramar, o se imbricaban con la cultura criolla para fundar esa mixtura, esa caldera que fue la Argentina moderna.
Caras y Caretas llevó desde su fundación la marca de la identidad de los argentinos. De sus desvelos, sus problemas, sus deseos y esperanzas en medio de las grandes transformaciones en la sociedad, la cultura, la economía y la política. Vio cómo crecían el centro y los suburbios, vio cómo se construía el puerto, cómo bajaban del barco nuestros abuelos, cómo se expropiaba la tierra a nuestros primeros habitantes, cómo se levantó el Obelisco, cómo Buenos Aires era Babel, cómo surgía la organización nacional después de que se apagaron las guerras civiles y las últimas montoneras. Acompañó al primer hombre que votó con voto secreto, universal y obligatorio; asistió al fin de la república conservadora, a los prolegómenos del surgimiento de la Argentina industrial y de masas, sobrevivió a la década infame, y presenció el surgimiento de la vanguardia artística, de las luchas por la paz, de los debates por las guerras mundiales. Vio cómo nos transformábamos en deudores del mundo, tan cerca de los Estados Unidos y tan lejos de Latinoamérica .
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