Quedará, acaso, humo, humo roto:
el de tus pechos aéreos
en mi pecho,
el de mi mortalidad
abonando tu boca.
O quizá cascotes del ser
en el silencio de las sábanas
con que inevitablemente cubrimos
nuestra extinción.
Quedará la ruina del fuego,
el fósil del fuego,
lo imposible como una ráfaga quieta que recorre los ojos,
la harina oscura de los besos,
el domicilio incorruptible de la ceniza,
cómo te ha ido hoy
el jefe estaba insoportable
y no puedes ni imaginarte cuánto tráfico había
y desabrocharte la blusa
y el alma
y verte desnuda mientras preparo la cena
y sentir tu desnudez como humus
y morderte como a una manzana,
como a una calcificación del tiempo,
y emborracharme con tu tamaño y tu alegría
y apresarte con los ojos
y verterme en ti
y saberte poseída (tú, leyendo el periódico)
sin haberte tocado todavía
mientras se tuestan el pan
y el crepúsculo.
Quedará, sí, lo no hecho
como un ángel gris
que corre, esclarecido,
hacia su máxima escisión.
EDUARDO MOGA [Poema XX de La montaña hendida]
http://angelesdeluzyreiki.
Dibujo: Federico Gallego Ripoll
No hay comentarios:
Publicar un comentario